EN TIERRA YERMA
Él ha querido ocultarlo, pero no pudo. Ha perdido el sentido del ridículo y se muestra nítido ante el mundo. Qué vengan, es así el tiempo: una gran suma de verdades y auténticas confesiones. Nadie sabía de qué hablaba. En realidad, eso creía él. Su portal al mundo entero era de una cadencia tan concreta que no hacía falta decirlo. Él estaba como ya todos sabemos. Irreconocible y vibrante. ¿Quién puede detener una manada de búfalos?
Alejandro Gil
10enero2018
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