El joven limonero de mi fondo
Encarnó fantasmas
Había sido para mí un tótem de mi infancia
El añoso se secó. Volví a plantar uno nuevo
Tras cuatro años de crianza, dio sus frutos
Es robusto y copioso
Da generoso sus frutos
Hoy tocaron el timbre de mi casa
Una mujer, como muchas mujeres,
dijo, tras las rejas del portón:
-¿Tiene algo para darme?
Ya veo, contesté.
Al volver a la salida, sobre el zócalo del portón,
asomaba la cabeza de su hijo
con una cresta amarilla y su corte de pelo a la moda
-Aquí tiene, limones y un paquete de fideos.
-Gracias, dijo ella.
Siguieron caminando la ciudad.
Alejandro Gil
29 de abril de 2020