Thursday, June 22, 2023

POBRE RICARDO




POBRE RICARDO


Una lástima
cuánto desasosiego,
él se mira en el espejo

Ve su vida,
la ve al revés,
su mano izquierda, está a la derecha

No lo puede creer,
se contradice,
se ve raro

Se dice, se ve:
yo soy éste

El espejo le miente
se cree lo que no es

"¡Pero si yo soy ése!",
exclama

Y, en su propio engaño,
se condena

Su reflejo, en el charco de la calle,
lo hunde



ALEJANDRO GIL
22 de junio 2023

Wednesday, June 21, 2023

BARCO




BARCO


Barco quieto y andante
aquí está tu muelle
allá tu mar madera

Remar entre la niebla.
Remar.
Quién sabe dónde vamos?

Yo sé! Dice aquel
Yo sé! Dice quien sabe

Y no sabe.
En su pecho, un ancla herrumbrada,
Lo deposita en el fondo del mar

Barco quieto, no dejes de navegar


Alejandro Gil
21 de junio 2023





Sunday, June 18, 2023

“El príncipe de los enanos” Obra de teatro para cumpleaños del Mateo

 


“El príncipe de los enanos”

Obra de teatro para cumpleaños del Mateo

 

Personajes.

Narrador -1

Narrador -2

Hada Roja

Duende Negro

 

Narrador -1. Hola, hola, hola a todos los niños...

Narrador -2. Hola, hola a todos los que ya no son tan niños...

Narrador -1. Y a los que ya no se acuerdan que una vez fueron niños. (Le susurra un narrador  al otro, éste le responde con un codazo y un gesto de silencio).

Narrador -2. Bueno, bueno, ahora vamos a las presentaciones. Él es el narrador número uno y yo soy el narrador número dos.

Narrador -1. ¡Nada original! El guionista se pudo esforzar un poquito más ¡y nos pudo poner un nombre como la gente! ¡Se ve que el marote no le daba para más!

Narrador -2. Bueno, pero comencemos la historia, que para eso nos pagan. Porque nos van a pagar al final, ¿no? ¿Vas a contarla tú o la voy a contar yo?

Narrador -1. No, no, no. Voy a contarla yo que soy el que se la sabe completa.  Había una vez… en un reino de duendes lejano en el que todos se pasaban el día saltando…

Narrador –2. Pero… ¿Por qué siempre todos los cuentos empiezan con Había una vez? ¿No hay una manera más original de empezar a contar una historia?

Narrador –1. No, no, no… Es que todos los cuentos tienen que empezar con Había una vez. Si no hubiera existido el “Había una vez”, ¡no habría historia que contar! Eso está bien explicado en el libro de los hermanos Anderson... No me interrumpas que voy a perder el hilo de la historia. ¿Continúo o no continúo?

Narrador –2. Está bien, está bien, ¡cuente la historia!

Narrador –1. Había una vez en un reino lejano lleno de duendes saltarines, un duendecito al que llamaban el Príncipe de los Enanos…

Narrador –2. Pero la historia empezaba antes, ¿no?

Narrador –1. Bueno, sí… Remontémonos un año atrás cuando el Duende Negro conoció al Hada Roja. En una ocasión, en los bosques y praderas del país de los argentos vivía un hada roja que dividía su tiempo entre pasiones políticas y disquisiciones filosóficas.

Narrador –2. ¡Cómo, cómo, cómo! ¿Qué es eso de disquisiciones filosóficas?

Narrador –1. ¡Sí! … se pasaba el día entre el ser… el no ser… el quizá ser…  y el tal vez sea…

Narrador –2.  ¿Y eso para qué sirve?

Narrador –1. Mejor sigamos con la historia… ¿Dónde nos quedamos? Ah… En el hada que vivía en los bosques y praderas del país de los argentos. Bueno, pues un buen día apareció un huracán caribeño que traía enredado un duende cubano, todos creían que era un negro de 2,80 metros. Se equivocaron en lo primero y a decir verdad bastante en los segundo… pero el apodo quedó: “negro”, y en la historia lo vamos a conocer como el Duende Negro.

Narrador -2. Espera, espera, espera… ¿Cómo es eso de huracanes que traen negros? ¿Los huracanes no son cosas del Caribe?

Narrador -1. ¡Pero esto es una historia, tienes que ponerle imaginación! ¿Continúo? (el Narrador 2 hace un gesto afirmativo). Bueno, lo cierto es que en cuanto el Duende Negro vio al Hada Roja quedó prendado de su belleza y virtudes y, como tal, procedió al juego del galanteo, el piropeo, en fin: el chamuyo. El hada, enrojecida de ira, con hoz y martillo en cada mano, quería cortarle la cabeza y machucarle los dedos al Duende Negro. Decía que el duende era un gusano de Miami irreverente. La cosa se puso más candente porque el Hada Roja era de la familia de los Montescos y el Duende Negro era, nada más y nada menos, que de los Capuleto...

Narrador -2. No, no, no, ya tú estás inventando demasiado. Eso es la historia de Romeo y Julieta, ¡le estás robando el Best Seller a Shakespeare!

Narrador -1. Bueno, bueno, si quieres sacamos eso de la historia, lo dejamos en Gilescos y Fidelinos, ¿Te parece?… Entonces continúo.  El Negro se acostaba bien entrada la madrugada y  se despertaba  aún mas tarde,  veía mucha tele y hablaba a los alaridos. No se sabe si por una cosa o por otra. Lo cierto es los Gilescos querían linchar al duende, imaginamos que sería el fruto de la unión de todos los atributos antes mencionados. La suerte es que, para aliviar tensiones, una tarde, un viento primaveral, llevó bien lejos al Duende y al Hada. Esto trajo tranquilidad a los Gilescos, pero lo que no sabían era que Cupido aun les guardaba una de sus inesperadas saetas. El Negro logró domar uno de esos tan frecuentes huracanes, a los que ya estaba acostumbrado, y, cabalgando en uno de ellos, curiosamente de nombre Pandora, logró llegar a la ladera de un volcán de la tierra del inca en donde la brisa primaveral había depositado al Hada. Allí entre caricias, besos, abrazos y algún que otro cariñoso empujón o una leve patadita del Hada al pobre Duende, transcurrieron días de amor y cólera. El Hada era de bella figura con una cola prominente y una nariz escultural y el Duende era algo que no se podía creer, era alto (todos lo miran al narrador cuando hace un gesto para indicar la altura que luego se va corrigiendo con una disminución paulatina de la altura de la mano). Bueno, esos es un dato subjetivo. Lo que sí era, ea de cuerpo atlético y muy buen mozo (lo vuelven a mirar). En fin: era petiso y barrigón.

 

En este intervalo de tiempo entraron en la historia una rara pareja que luego tendrá un papel muy importante en la historia que sigue, una bella Hámster de cachetes prominentes de nombre Julieta y un desentonado flautista de Hamelín conocido por Jean Paúl, éste portaba un chichón que se enrojecía con el efecto del alcohol, el juglar dedicó toda su estancia a  martirizar a los vecinos con sus alaridos y sus desentonadas chacareras. Así transcurrieron los días hasta que otro soplar del viento los separó nuevamente. El Hada regresó con los Gilescos.  El Negro fue repatriado a la isla de los Fidelinos…

 

Narrador -2. Y entonces todos fueron felices… Comieron maíz y asaron perdices.

Narrador -1. Bueno, en el país de los Fidelinos, eso de los asados es medio difícil porque allí las vacas son sagradas.

Narrador -2. ¿Pero eso no es en la India, en donde las adoran como a dioses? 

Narrador -1. No, no, allí son sagradas porque son tan pocas que están en peligro de extinción, pero eso es otra historia. En donde si hubo muchos asados fue en lo de los Gilescos, pues esa gente es medio bastante carnívora. Además el Hada regresó medio rara, pues traía un hambre atroz. Dice que en el país de los volcanes y de los terremotos solo le daban papa y arroz chaufa, así que ella tenía que ponerse al día con el puchero…

Narrador -2. ¡Imaginen! El país cayó en la crisis agropecuaria por ese motivo. La crisis del campo le llamaban, hubo desabastecimiento, cortes de ruta, piquetes, crisis de gobernabilidad y todo por un Hada hambrienta...            

Narrador -1. ¿Puedo continuar?… Lo cierto es que la enrojecida  Hada estaba cambiada, lucía como más ancha, y no es para menos, pues no había regresado sola, traía un paquete y no precisamente bajo el brazo. Algunos pensaban que de tanto comer le había agarrado una deformante indigestión. Nuevamente el pobre Negro tuvo que enfrentarse a nuevos ciclones y tormentas tropicales hasta asirse bien de uno, de manera que logró desviarlo a estos parajes. Nuevamente tenemos a los Gilescos y un Fidelino en escena.

Es en medio de esta situación, sin aparente salida, que entra en escena la familia de la Hámster, novia del juglar desafinado y medio machao. Ellos vivían en una colina y fue allí en donde encontraron refugio el Negro y la Roja, el lugar era paradisíaco, aunque demasiado callado para el duende acostumbrado al ruido citadino y a la aturdidora compañía de la tele. Allí pasaron temporadas de frío que les permitieron conocerse mejor. Ella no se bañaba tanto como antes y él se mostraba como un chancho a la hora de comer. Pasó el tiempo y la panza crecía. Ya la gente sospechaba que no era una simple mala digestión, sino que era la madre de todas las indigestiones. Preocupados por los antecedentes de semejante adquisición, un buen día los Gilescos decidieron embarcarse en una misión de espionaje…

Narrador-2. Entonces por eso fue que explotó lo del escándalo de las escuchas con la policía porteña. De seguro contrataron a detectives y espías de bajo costo y por eso terminaron como terminaron.  

Narrador-1. Pues no, ellos dijeron que si uno quiere espiar bien, debe hacerlo uno mismo. Así que se embarcaron camino a la isla de los Negros escandalosos y allí fueron seducidos por el ritmo de la rumba y la voluptuosidad de la salsa. El que la pasó un poco mal fue el patriarca de los Gilescos, pues, aunque él se decía tucumano de pura sepa, acostumbrado a los calores de los jardines de la república, el pobre casi se derrite con el sol de los Castros, de allí regresaron hechos unos rumberos.   

No pasó mucho tiempo antes que pasaran, de vivir en una colina, a vivir en un cerrillo en el otro extremo del bosque. Allí construyeron su cuevita a la espera de que se definiera lo que traía el Hada en la panzota. Se hicieron todas las pruebas posibles, se descartó la posibilidad de una alergia severa al color Negro, también se desechó la posibilidad de que se hubiera tragado la hoz y el martillo, pues, de vez en cuando, la sacaba cuando las conversaciones ameritaban un poco de violencia revolucionaria.             

 

Narrador -2. Entonces podemos decir que de vez en cuando se armaba la gorda, de manera literal…. ¿no?   El Hada era de carácter un tanto irascible, eso le venía de una parte de la familia que no eran tan giles como se decía. Cuando se enojaba, hasta el propio Carlos Marx, con el Che Guevara incluido agarraban lo suyo, era una violencia bastante proletaria, por todos y para el bien de todos. 

Narrador -1. Sí, hay que reconocer que la criatura tenía su carácter. Pero sigamos con la historia. Todo lo que sube, tiene que bajar y todo lo que se hincha, se tiene que desinflar… Sí, así es y llegó el día que todos esperaban: el 1 de noviembre a las 7:40, entre gritos ofensivos que le pronosticaban una muerte dolorosa al padre y frases de consuelo maternal que pregonaban:  yo te lo dijeeeeeeeeeeee… Llegó el duendecito, Mateo Ismael Guerra Gil , más conocido como el Tudy o, en su versión aún más reducida, como el Tu…

Narrador -2. Mirá que los padres se matan para ponerle una combinación de nombres que convine con los apellidos para que luego, semejante esfuerzo, quede resumido en un “el Tudisito”, el Tudo o cualquier otra versión que comience con la palabra Tu.     

Narrador -1. ¿Me vas a dejar, por fin, terminar la historia? Con la llegada del duendecillo las cosas fueron mejorando en todos los aspectos, pero no todo fueron sonrisas, pues también vino el llanto ¡y de qué manera! Pues ese bebé chillaba como un marrano de camino al matadero. La llegada del bebé marcó el final de la era de los dulces sueños. Sobre todo para mamá Hada, que parecía santo que se le paso el día. Los dolores de espalda y en el resto del cuerpo eran tan marcados que le permitían, a ambos padres, día por día, hacer un inventario de cada uno de los huesos que componían sus maltrechos esqueletos. El hermoso bebé, por el día, era un amor y, en la noche, se transformaba en un hombre-lobo, o algo así, pues semejantes aullidos solo se comparaban con una bestia de esa envergadura.

Narrador-2. Dicen que el que sí estaba muy contento, con la fuerza y el metal de la voz del chiquillo, era el tío Marcos, pues argumentaba que, de seguro, tendrá un muy buen futuro en la opera, junto a Carrera, al Placidito o al difunto Pavarotti que también eran bien gritones cuando niños.     

Narrador-1. Si sigues con esos comentarios burlescos y maliciosos, no voy a poder terminar de contar la historia y no van a querer pagarnos. (Se lleva la mano a la boca y susurra al público): Éste en lo único que piensa es en la plata y por eso siempre lo amenazo con la posibilidad que no nos paguen, es la única forma que tengo para poder terminar de contarles el cuento.    

Narrador-2. Bueno, me cayó, pero bajo protesta, pues yo estoy por la libertad de expresión y las posiciones democrático-participativas. A fin de cuentas, yo también puedo contar la historia. ¿O acaso crees que eres el único sapo que sabe cantar en esta charca…? ¿Ustedes quieren que yo cuente la parte de los chismes que yo conozco?      

Narrador-1. Está bien, a ver qué sabes de esta historia que estamos contando...

Narrador-2. ¡Se, y bien que sé! Primeramente hay que contar que este duendecillo tenía una familia numerosa, pues los Gilescos, que eran de corte católico contentones, de esos que se pasaban el día cantando, se tomaron muy al pie de la letra eso del génesis de poblar la tierra. Pues parece que no sabían que existía la tele y en las noches se dedicaban a reproducirse como conejos. Eran cinco changuitos en total, la mayor era el Hada Roja, después le seguía una bola de pelos a la que nombraron Santiago que, en la niñez, no sabía definirse si era un chino con estrabismo o un mal trabajo de peluquería. Continuaba el orden cronológico una hermosísima Hada Bailarina. Luego le tocó el turno a otro negro (esto es para que vean que todas las familias tiene sus manchas), pues éste era un negro truchudo,  más conocido por berebere, se dedicaba a sacar de sus casillas a cuanto ser humano lo rodeaba, bastaba que lograra formular una pregunta para que salieran de sus amígdalas todos los porqués, los para, los cómo y los cuántos que había estado almacenando en sus breves periodos de silencio. Finalmente, el último de los retoños era el más cándido, amoroso y tierno de todos (breve pausa hace como si intentara leer). ¡Ah, no! Disculpen, me confundí de línea. ¡No! El último tenía un carácter de armas tomar. ¡Y eso que era el menor! Dicen que hoy estudia psicología para hacerlos sonar a todos juntos y así cobrarse de todas las que le hicieron los otros por ser el menor. Bueno, pero, pensándolo bien, no estaba tan incorrecto en lo de cándido y amoroso. De pequeño se dedicaba a lamer a los hermanos, al Negro para ser más específico.  

Narrador-1. Pero, a fin de cuentas, todo eso no son más que chismes e infundios de gente malintencionada.  

Narrador-2. Chisme sería si yo contara que al nacer el Spineteño, los abuelos tucumanos se quedaron sin palabras cuando se enfrentaron a la criatura. ¡Menos mal que el juego de sabanas combinaba con el color del cuarto! Pues de lo contrario habrían hecho el viaje solo para una experiencia traumática que les costaría largos años de terapia o e aún peo…

Narrador-1. ¡Basta, basta, embustes y enredos que no van a ningún lado! Está visto que voy a tener que continuar yo con la historia. A ver,  ¿en dónde nos quedamos? ¡Ah, sí! En el niño escandaloso. El duendecito crecía hermoso bajo la supervisión del Hada madre que ya no era tan roja. No se sabe si la despigmentación era a causa de la cesárea o era el resultado de tantas malas noches en el bosque de los cerrillos. Lo que sí era cierto, era que el Tudicito crecía bajo la más estricta supervisión, de la Internet. ¡Sí! No se asombren, hay quienes se hacen viciosos de los juegos digitales y otros del chat. ¡Ella no!, se convirtió en adicta a las tablas infantiles de crecimiento de la sociedad argentina de pediatría. Con suma ansiedad esperaba que saliera el último de los percentiles para comparar a su lumbrera con el resto de la humanidad. Todo terminó cuando el pediatra, con la más natural de las voces, y armado de un valor digno del rey Arturo y todos los caballeros de su redondeada mesa, le diagnosticó que el bebe era completamente normal: “eso mamá, su bebe no es ni más ni menos: es un niño perfectamente normal”, le dijo un día el muy temerario.                   

Narrador-2. Entonces ahí terminaron los sueños de tener un Einstein en la familia.

Narrador-1. Bueno, por lo menos por las vías naturales. Pero, por si o por no, ella ha comenzado un proceso intenso de lecturas nocturnas  para que comience su aprendizaje.

Narrador-2. ¡Pero eso está muy bien! ¡Hasta es algo muy recomendado por todos los pediatras!

Narrador-1. Sí, sobre todo si son cosas ligeritas como el “Manifiesto Comunista”, “El Capital” de Carlos Marx, las obras completas de Nietzsche o “Vigilar y Castigar” de Michael Foucault, su obra preferida. Por otra parte, el Duende Negro, acá entre los argentos, ha tenido que desarrollar nuevas habilidades: de artista internacional ha pasado por albañil, carpintero, colocador de pisos de machimbre, cristalero, herrero, letrista, plomero, electricista, entre otras muchas cosas que no le dejan nada de plata, pero al final valió la pena, pues tienen una casa hermosa. 

Narrador-2. Sí, hermosísima, esplendida, un portento.  La puerta de la calle quedó medio torcida, la del fondo se traba permanentemente, el piso de machimbre rechina más que cadena herrumbrada. Del fregadero de la cocina sale más agua que en un colador y no vamos a recordar que en invierno, ¡el frío se cuela por cuanta rendija tienen!

Narrador-1. ¡Bueno, Bueno! Pero lo que cuenta es la actitud, ¡ad-ti-tud! Llegó el día en que el bebe pronuncio su primera palabra que fue un esbozo paaaaaaaaaa, y ahí mismo fue sometido a un proceso de adoctrinamiento, por lo que, rápidamente, después de meses de presiones estalinistas solo repetía mamamamamamamamamamamamamamama… hasta el infinito. No saben lo que costó luego que dijera una palabra con cierta libertad de expresión.

Narrador-2. Bueno, el duendecito Mateo ha crecido unas veces entre el arrullo del viento y otras entre las ráfagas de la montaña, pero siempre rodeado de mucho pero mucho amor, dicen, que los amigos de la colina, una vez le dijeron: Todo niño viene con un pedazo de pan en la mano. 

Y, hasta ahora, se ha cumplido.  

Narrador-1. Bueno, hasta aquí el primer acto de esta obra de muchos más, esperamos celebrar junto a todos los aquí presentes en el futuro.

Narrador-2. Sí, pues. Todos han sido invitados con un propósito, el de agradecerles su papel en lo que hasta ahora hemos vivido. Muchas gracias.

 

Fin

 

El príncipe de los enanos, una pieza pro imperialista y contrarrevolucionaria

A Fidel se le hubieran caído las tres rallas de su conjunto deportivo Adidas al leer este mamarracho teatrero. Una vergüenza. Anuncia cuatro personajes y solo intervienen dos. Dos narradores, para colmo. Ni pensó, el que se llama dramaturgo, y que el autor denomina guionista. ¡Bueno, decir autor es mucho decir! Ni pensó, digo, el que escribió esta cosa, crear un coro, una voz ausente, la voz de la conciencia, un monólogo interno. No. No pensó en nada de eso. No pensó. No puede pensar. No puede crear. Está ciego. Un enano lo obnubila. No pudo pensar, ni podrá. Puso narrador-1 y narrador-2. Traduzco: narrador guión uno, narrador guión dos. ¡Qué bonito! Como si uno no podría leer de una sola vez: narradoruno, narradordos. Menosprecia al lector con ese guión, con esos dos guiones: el anterior al uno y el anterior al dos. ¡Malsano! Sin esos guiones, sabemos que el uno es el uno y el dos es el dos, ¡a los narradores me refiero!

¡Ni hablar de la ortografía! Fidel, un gran escritor, no lo habría perdonado. Fidel, un gran dramaturgo, tampoco. 50 años de radio-telenovela le dan respaldo.

Hada Roja y Duende Negro son los grandes ausentes, evidentemente dos personajes minúsculos en la historia. Quizá el que dactilografió esta pieza, seamos benevolentes, teatral, procuró darles su espacio, pero ante tantos equívocos terminó por sofocarlos, para beneplácito de los oyentes obligados. Público no eran. Eran oyentes obligados, oyentes sordos en busca de unas papas fritas, unos chisitos, unas pizzetas, unos panchitos (o hot dogs, para que sean internacionales) o una copa gratis.

El final es el colmo de la sumisión capitalista, es, indirectamente, la sumisión al poder, gilescamente, lo quiera o no el dactilógrafo. Da las gracias. ¡Los asistentes deben haber dado las gracias cuando este despropósito terminó!

Por suerte había un niño llamado Mateo que salvó la partida, dio jaque mate cuando, mucho antes que termine la obra… ¿teatral?, se durmió.

Felices sueños, Mateo!

 

 

Alejandro Gil

Atlanta, 2 de noviembre de 2009


Saturday, June 10, 2023

CUANDO PROPUESTA ERA UNA PROPUESTA


CUANDO PROPUESTA ERA UNA PROPUESTA


Cuando las plazas estaban desiertas, los espacios públicos no eran tan públicos; cuando las calles y las escuelas estaban cubiertas de un aire denso y nos pusieron un pantalón gris y camisas blancas con corbata; y nos exigían tener el cabello cortado, a dos centímetros del cuello de esa camisa con almidones, llegó la Democracia. 
Habíamos sido adolescentes durante la dictadura militar. Queríamos expresarnos. Solamente lo lográbamos, sentíamos la libertad, en aquellos nuevos brotes de los recitales de rock. Pocos, necesarios. Respirábamos allí, éramos felices, libres por apenas dos horas. La policía nos esperaba en las puertas. Así volvíamos a la realidad. Lo oscuro volvía a aparecer por meses hasta la próxima fiesta.
La guerra de Malvinas nos trajo, dolorosamente, la Democracia. Lloramos.
Comenzamos a escribir, a crear, aflojamos nuestros cuerpos. Hicimos música. Nos dejamos crecer.
Aún así, por las peatonales de la ciudad, proliferaron las policías privadas.
Salíamos en las noches. Caminábamos de bar en bar, de espacio de arte, en espacio de arte, buscándonos.
Nos encontrábamos, felizmente. Había que resistir, aún estaba todo intacto: la represión. Lo distinto y lo nuevo seguía siendo sospechoso.
En las plazas, unos payasos sin circo hacían sus funciones. Se sentaban en sillas invisibles. Telón detrás y una multitud mirando a los artistas en entrega.
Propuesta era una propuesta que marcaba un rumbo, lo acompañábamos a puro tesón. Risas, juegos, arte, poesía en la calle.
Los que fuimos parte de esos años florecientes, aprendimos a crear cimientos que aún nos sirven.
Hagamos un Ensayo de Tangos, una película deliciosa realizada mágicamente en un salón de la calle San Juan, lo increíble fue que en ese lugar no había ninguna pantalla, solo actores proyectándose ante nosotros.

Gracias Mikicho, Beatriz, Bicho. Y a todos los que hicieron esa obra de cine a carne viva.


Alejandro Gil, escritor
9 de junio del 2023

Friday, June 2, 2023

VER DE VER




VER DE VER


Ver de ver
Verde ver
Ver deber
Y uno cae en la cuenta de ver y ver

Ciego el que no quiere ver
Ciego, el que no puede ver
Ciego, el que no lo es

Porque el ver es un don
Don aquel, Don tal cual
Don ese hombre, Doña esa mujer

Y esos dones observan la calle
y no ven

Vemos a cada paso imágenes y flashes
Nos encandilan y los saltamos

Aquí, al lado, al lado mismo,
sucede la vida,
trozos y trazos.
Los dejamos pasar.
Nada nos espera así.
Ver de ver.
Construyendo.


Alejandro Gil
2 de junio 2023