Wednesday, January 3, 2018

EL CARTEL EN LA PUERTA



EL CARTEL EN LA PUERTA

"Sólo se aceptan lágrimas de emoción", decía el cartel. El acceso era restringido bajo la absoluta condición de ese parámetro de vida. "Sólo se aceptan lágrimas de emoción". Allí, frente al pórtico, sólo picaba el sol al mediodía.  Era conveniente entrar al alba o al crepúsculo, justamente eran horarios de emociones intensas y bien vistas por el anfitrión. Él, a pesar de su rostro serio y adusto, era muy por el contrario. 
La mañana del 3 de enero de 1818 había sido convulsionada. Eran tiempos de reiteradas convulsas y levantamientos contra la corona oligárquica. El malestar deprimía aún más a los oprimidos. No salían de zozobra en zozobra. Eran golpes y golpes. Malas inteciones a diario.  El ambiente, sin embargo, no se alzaba. El medio más directo de influir en las masas era decirles que los candelabros y voceros de las calles no eran ciertos. Había que invitar uno a uno a que se unieran por el bien común. Había mucha indiferencia. 
Cada vez el reloj avanzaba y con él, el momento.
Recordemos la consigna de la puerta de enfrente, la que esté de acuerdo, pase.

Alejandro Gil 
Enero 3 . 2018
Desde el condado 
de San Miguel de Tucumán


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