LO DIJO TRANQUILO
¡Se nos acaba la vida, amigo!, lo dijo un hombre grande, bien mayor, mirándome de rabillo con una bolsita de pocas compras en los comercios del barrio. Lo escuché al salir de casa. Volvía caminando por mi vereda y nos cruzamos. Acababa de cerrar mi puerta para comprar algo, sin saber qué. Era mínimo, bajito y canoso. Supe que su estampa mentía. Sucede esto: la boca de jarro nos delata. Esta vez no. Sólo atiné a decirle: ¿Qué tal, cómo anda? Siguió caminando.
Alejandro Gil
29 de noviembre 2020
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