Tuesday, August 20, 2019

BREVE HISTORIA DE UN LINAJE por Alejandro Gil, desde San Miguel de Tucumán



BREVE HISTORIA DE UN LINAJE

El 32% de los votantes de las PASO 2019 votó al actual gobierno que se desdibuja día a día, medida a medida. Todos sabemos a qué clase pertenece el presidente y sus socios. A esa clase, ese reducido 31% no tiene acceso, los asientos están ocupados y el linaje es preservado celosamente.
Esa casta, la poderosa, es impermeable, de paso restringido.
Tiene el poder, siempre lo tuvo, de hacer creer que la clase media puede ascender al codiciado estrato.
Pero, más persistente es la caída hacia los rangos de pobreza de esa clase que sueña o se cree pertenecer a esa esfera social indiferente hacia el prójimo.
Los argentinos, o al menos muchos argentinos de mediana educación, nos creemos superiores al resto de los latinoamericanos, salvo con los uruguayos con los que nos asimilamos semejantes.
Luego hay variados escenarios: argentinos vs. chilenos, argentinos vs. brasileños, argentinos menospreciando a bolivianos, ninguneando a paraguayos, mirando mal a los peruanos y un largo etcétera que se hace ahora bipolar con los venezolanos. La peor parte de nuestra casta de medio pelaje la reciben los centroamericanos. México es fuerte para que sólo seamos turistas.
En estos días se está diluyendo la cobertura mediática, que, como medicina prepaga, enmascaraba los actos de gobierno que eran perniciosos para la salud del país: el engañado 31% consumía su droga con un rictus más sacramental que el hacer fila en la iglesia para que les den la hostia sobre la lengua y ésta se desarme al instante convirtiendo nuestros actos despectivos hacia el otro en un perdonado acto basado en lo místico de una moneda de escuálido pan ácido que no alimenta, sino da fuerza para arremeter hasta la próxima misa.
Así de siniestros resultamos ser aunque nos creamos otra cosa, aunque muchos, a sabiendas, sepamos que somos despectivos sin ningún reparo y con teorías justificatorias que nos da el salvo conducto. Porque el que nace pobre, nace pobre. Es su destino. ¿Qué tenemos que ver nosotros con la pobreza de mi vecino si a nosotros mismos cada día nos cuesta más vivir?
No tengo la respuesta, tampoco nadie la necesita. Muchos de nosotros tenemos una alta estima de nosotros mismos. Y está muy bien. Es imposible vivir en un estado anímico de derrota permanente. Pero es necesario saber que uno no pertenece a algún sector donde no nos convidan ni un café, y, si pueden, te lo retiran de la mesa, aunque sea en tu propia casa.


Alejandro Gil
20agosto2019


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