EL 30 de MARZO de 1982
El 30 de marzo de 1982 estuve a un paso de ser prontuariado por la Policía de Tucumán, por la Brigada de Investigaciones de la avenida Sarmiento, un espacio siniestro y torturador de la aún vigente Dictadura Cívico Militar que se instauró en 1976. Tenía 18 años en el 82, y una ignorancia tremenda, pero fuertes vivencias de los hechos de violencia y atropellos de esos años. El cuerpo siempre acumula mensajes del enjambre social. Poco antes había sentido respiro, algún recital de rock, el regreso de Almendra pudo ser... y la bomba. No éramos felices. Nos subieron ese 30 de marzo a un celular... uno de la Policía, no a un smartphone. El celular era un camión carcelario de "máxima seguridad", nos subieron allí tras bloquear ambas esquinas donde se realizaba un acto político sindical, el primero tras largos años de dictadura.
Con un amigo, ingénuo como yo, estábamos en la esquina norte de la "casita de Tucumán", como ignorantemente la llaman a la Casa donde se juró la Independencia de Argentina. Para nosotros, es la Casa Histórica. Sin diminutivo. No le corresponde ser tratada así como Casita. Fue la Casa donde se declaró formalmente el inicio de la Argentina que hoy, más extensa, llegamos a ser.
Allí, frente al pórtico colonial restaurado, se había levantado un escenario el 30 de marzo de 1982, allí estaban hablando al público el ex gobernador Juri, políticos y sindicalistas que tras años de silencio comenzaban a hablar sobre la perversa política y terrorismo de Estado que se estaba viviendo desde el 76. Llegó la Policía y cercó la cuadra, nos subieron a un ómnibus del ejército y al famoso celular. En todo el país se habían hecho actos similares. Nosotros, muy jovencitos no sabíamos nada, habíamos sido educados en el silencio. Nos llevaron a la Brigada, hacíamos fila para entregar en unas mesas los documentos, el cinto y los cordones de las zapatillas. Ya me tocaba el turno a mí de entregar todo y pasar al calabozo. Llegó el jefe de Policía, dijo: "¡que sea la última vez que se hagan estas manifestaciones callejeras!, ahora los perdonamos, vayan a sus casas..."
Tres días más tarde, a la madrugada, me levanté para ir a la universidad, en la radio se escuchaban frases contundentes, el gobierno militar había invadido las Islas Malvinas, había comenzado otro horror, tan terrible como el que venía sucediendo desde 1976 en Argentina. La guerra era el recurso despiadado que los asesinos usaron para evitar que la democracia vuelva. Mataron, violaron, robaron. Intentan y lo logran repetir lo mismo año tras año por distintos medios: afectar a la gente común, a nosotros los ciudadanos para el beneficio de unos pocos, los reyes del sometimiento.
Con un amigo, ingénuo como yo, estábamos en la esquina norte de la "casita de Tucumán", como ignorantemente la llaman a la Casa donde se juró la Independencia de Argentina. Para nosotros, es la Casa Histórica. Sin diminutivo. No le corresponde ser tratada así como Casita. Fue la Casa donde se declaró formalmente el inicio de la Argentina que hoy, más extensa, llegamos a ser.
Allí, frente al pórtico colonial restaurado, se había levantado un escenario el 30 de marzo de 1982, allí estaban hablando al público el ex gobernador Juri, políticos y sindicalistas que tras años de silencio comenzaban a hablar sobre la perversa política y terrorismo de Estado que se estaba viviendo desde el 76. Llegó la Policía y cercó la cuadra, nos subieron a un ómnibus del ejército y al famoso celular. En todo el país se habían hecho actos similares. Nosotros, muy jovencitos no sabíamos nada, habíamos sido educados en el silencio. Nos llevaron a la Brigada, hacíamos fila para entregar en unas mesas los documentos, el cinto y los cordones de las zapatillas. Ya me tocaba el turno a mí de entregar todo y pasar al calabozo. Llegó el jefe de Policía, dijo: "¡que sea la última vez que se hagan estas manifestaciones callejeras!, ahora los perdonamos, vayan a sus casas..."
Tres días más tarde, a la madrugada, me levanté para ir a la universidad, en la radio se escuchaban frases contundentes, el gobierno militar había invadido las Islas Malvinas, había comenzado otro horror, tan terrible como el que venía sucediendo desde 1976 en Argentina. La guerra era el recurso despiadado que los asesinos usaron para evitar que la democracia vuelva. Mataron, violaron, robaron. Intentan y lo logran repetir lo mismo año tras año por distintos medios: afectar a la gente común, a nosotros los ciudadanos para el beneficio de unos pocos, los reyes del sometimiento.
Alejandro Gil
30 de marzo de 2019
En conmemoración de las víctimas de la atroz y vergonzosa guerra de Malvinas de 1982
30 de marzo de 2019
En conmemoración de las víctimas de la atroz y vergonzosa guerra de Malvinas de 1982
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