EL SECRETO DE LOS VIENTOS
Cierta vez había una ventana que traía vientos. Ella, la niña de siempre, amaba las brisas suaves, las brisas fuertes. Adoraba que sus cabellos formen estelas en el aire. Pasaba a través de ella y las calles eran sendas en su bosque favorito. Había música en sus oídos. Pero ni siquiera necesitaba dispositivo alguno. Se sabía hacer acompañar con sonidos regalados, dedicados y escogidos. Amaba esas caricias. Su rostro se iluminaba de sólo pensarlo, de sólo imaginarlo. Ella se emocionaba con esos mensajes secretos. Saboreaba el viento mientras pensaba. Su sombra era levemente arrimada a aquella estación de su destino.
Alejandro Gil
31dic2017
Tucumán
Argentina
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