Wednesday, March 4, 2020

EL SABOR DEL ADOBE





EL SABOR DEL ADOBE

Todo comienza en la tierra, en el planeta Tierra, en donde vivimos y no lo vemos.

Sigue con una idea que se remonta a nuestros antiguos huesos, a la carne latiente de los ancestros. Se va con una pala, un cucharín de albañil, aquellos dueños de los refugios a las inclemencias, refugios hechos, por lo general, para un otro: un ser extraño desposeído de uno mismo. Uno, por lo general, no es capaz de hacerse su propio techo. Pero aquí, no hay techo. Si llueve, llueve. Y llovió por siglos y sigue lloviendo. Siempre hay que estar preparado para la intemperie.

Aquí aparece "Nosotras movemos el mundo", se va hacia la montaña, se va hacia el borde del camino vallisto de ripio, un sendero quizá surcando la historia primera, la aborigen caminata de los primeros hombres y mujeres de este continente austral. Sudamérica.

Se topa contra el terraplén, se lo abre, se evita las raíces de los pastos. Se desmorona la milenaria construcción de la Pachamama. Ella es mujer, ella es todos los sexos, todos somos una sola sustancia.
Se recolecta esa sangre oscura, polvorienta o húmeda en un balde. Se la lleva al taller, cualquier lugar del mundo.

Ya se tiene paja secada al sol. Se la cortó con las manos desde la piel del planeta. Se pidió ayuda. La mano de un hombre nacido calchaquí hizo la tarea, él sabe hablar con los frutos de la zona. Sebastián sabe que eso es paja para parir el adobe. Sabe la trama de la construcción humana.

Ahora viene el agua a saciar la sed de la tierra. A unir lo que está distante. La mano por instinto se mueve, juega, amasa. Amalgama, une, fortalece el resguardo de los vivos fabricando elementos para construirlo.

Se ha creado una masa virtuosa.

Se usa, ahora, la geometría, la escala, la resistencia. Se crea un molde. Un objeto construido a repetición. Hay que respetar principios sustanciales. Esto se debe venerar o todo se deshace.

Ya están hechos los ladrillos de adobe. Ya está la construcción de la supervivencia asegurada. Ya se montaron las piezas. También la paja corona el espacio pues es necesario tener un lugar para el descanso. Como en toda la historia, el techo está abierto al cielo, es una salida o una injusticia, lo cierto es que el aroma de la paja y el barro nos remonta a lejanos tiempos desde donde venimos.

La falta de techo quizá sea un estar atento a todo lo que nos llega para bien o para mal. La vigía es el secreto. Esto está presentado. Hay que buscarla.

(A propósito de una obra de la artista visual tucumana Susana Babot en la muestra Federal en CCK de Buenos Aires, "Para todes, tode: Nosotras movemos el mundo". 4 de marzo al 19 de abril de 2020.)

Alejandro Gil
1de marzo 2020
San Miguel de Tucumán

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