Wednesday, January 30, 2019

HAITÍ

HAITÍ

Hoy, como pocas veces en mi vida, caminé por Haití. Apenas unos cuantos metros y me topé con una multitud de hombres enérgicos y nerviosos, grandotes todos. Había, creo, una mujer que subió, enérgica y rauda, en el lado trasero del gran coche que transportaba a El Padrino. Le llamo así porque todo el clima que se vivía, en esos pocos segundos, era como una escena de una película de Gángsters. Creo que el papel de Gobernador lo podría hacer Danny DeVito. En segundos, todo era un alboroto. El mandamás, nervioso, histérico, saludaba apresurado a alguien en una puerta de esa calle. Creo que no era un vecino, sino un local de oficina pública. Lo rodeaban muchos patovicas, reporteros de la prensa local, poca gente común. Saqué de mi bolsillo mi celular. Quería la foto. Pero él fue tan escurridizo como rata por tirante. Mientras yo avanzaba por la vereda, dije en voz alta: "¡Qué pasa aquí! ¡Parece un operativo mafioso!
Nadie me respondió. Delante de mis pasos estaban fotógrafos, filmadores de los medios locales. Contratados. Seguí caminando. Por su nuca, reconocí a un fotógrafo de LG. Le pregunté: ¿Qué hacía el Gobernador Manzur aquí? Me indicó con el dedo apuntando a la vereda de enfrente, la vereda de número impares: Vino a ver las obras de agua. Las obras que recién él se preocupa en un año electoral, cuándo la ciudad y la provincia se inunda de efluentes cloacuales. Ni hablemos del país.

Alejandro Gil
Enero 30, 2019

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